El tabaco de
liar es más perjudicial para la salud que los cigarrillos convencionales, pese
a la percepción social de que el primero contiene menos aditivos y que conlleva
menos riesgos para la salud, según constata un estudio del Centro de
Investigación y Control de la Calidad del Instituto
Nacional del Consumo.
El trabajo,
que publica “Gaceta Sanitaria”, señala que el tabaco de liar puede llegar a
contener hasta el 70% más de nicotina de lo que permite la legislación en los
cigarrillos convencionales, y hasta el 85% más de alquitrán y de monóxido de
carbono. De hecho, el consumo de tabaco de liar aumentó un 32% entre 2008 y
2009, según datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos, que atribuyen el
incremento al menor precio del tabaco de liar.
El tabaco de
liar no está sometido a la misma regulación que el convencional y las marcas
que lo comercializan no están obligadas a indicar su composición.
Por ese
motivo, esta investigación ha analizado los contenidos de nicotina, alquitrán y
monóxido de carbono de las seis marcas que aglutinan alrededor del 70% del mercado
español --Golden Virginia, Amber Leaf, Domingo Azul, Drum, Turner Halfware y
Cutters Choice--.
Las muestras
del estudio se realizaron con 750 miligramos de tabaco y un papel con filtro
incorporado para obtener las mismas dimensiones en todos sus componentes que un
cigarrillo convencional para su posterior comparación.
Los valores de
nicotina detectados en estas marcas de tabaco de liar oscilan entre 1 y 1,7
miligramos por cigarrillo, superando el miligramo que la ley permite como valor
máximo para los cigarrillos convencionales, según el estudio. A su vez, las
cantidades de alquitrán abarcan de los 13,7 a los 18,5 mg/cigarrillo y las de monóxido de carbono de los 13,5 a los 18,4 mg/cigarrillo, sobrepasando con creces el límite de 10
miligramos por cigarrillo que la legislación establece para ambas sustancias en
el tabaco normal.
El estudio
también analiza la información que recibe el consumidor sobre los componentes
del tabaco de liar, que señalan como claramente insuficiente.
Ninguna marca
especifica en su etiquetado los contenidos de monóxido de carbono y sólo dos de
las seis analizadas indica las cantidades de nicotina y alquitrán; en estas dos
excepciones, además, los datos son poco clarificadores.
A pesar de que
especifican los niveles de cada sustancia en función de los tipos de papel A y
B, el papel para liar no indica el tipo de papel al que corresponde. De este
modo, el fumador muchas veces desconoce estas dos categorías y que la tasa de
alquitrán inhalada puede variar hasta en un 60% según el papel utilizado.
Por otra
parte, el etiquetado indica los niveles para dos cantidades concretas de tabaco
(750 y 400 miligramos) y el fumador generalmente desconoce la cantidad de
tabaco que utiliza para elaborar sus cigarrillos; y por último, el etiquetado
tampoco contempla el uso de filtro
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